Estamos Paz y yo en el abortorio de Madrid que los rescatadores llamamos «El Cementerio». Es uno de los abortorios acreditados para hacer abortos del segundo y tercer trimestre de embarazo. El calor sofocante hace que intente buscar algo de sombra, y ya me iba a ir cuando veo una pareja que sale del abortorio y se sienta en un banco algo lejos. Toda la zona está en silencio, no hay nadie alrededor. No se oye nada de ruido. Parece una zona de muertos. Me acerco a la pareja y veo que están llorando. Vienen desde Bilbao solo para abortar a su hijo, faltan unos minutos para que entren en el quirófano. Sé que la vida de ese bebe depende de unos minutos. Les empiezo a hablar. Ellos cuelgan el teléfono que estaban con manos libres. Me cuentan que varios médicos diagnostican a su bebe con una cardiopatía incompatible con la vida. Tenía una transposición de grandes vasos. Estaba de 22 semanas de gestación. Ser enfermera ayuda y les conté el de una chica con el mismo diagnóstico y que yo estuve siguiendo que salió adelante.
Decidí llamar a Marta, presidenta de MasFuturo. Estuvieron hablando un buen rato con el teléfono en altavoz. Mientras estaba rezando. Yo sabía que ese bebe tenía posibilidades de vivir normal. Yo tenía el «corazón en vilo».
Cuando colgaron les deje hablar a solas. Veo que se levantan mucho más tranquilos y me dicen: «Dile a Marta que seguimos adelante con él bebe«. Esa frase me dejo bloqueada. Ellos me sonríen, me dan un abrazo y se vuelven a Bilbao.
Acaba de pasar un año. La niña ha tenido varias operaciones, pero esta ya fuera de todo peligro. Me enseñan distintas fotos tanto en sus ingresos como ahora que acaba de cumplir un año. Le han dicho que podrá recuperarse por completo. Se les ve tan felices a los tres. Porque esa niña podía haber sido abortada, por la famosa frase que tanto oímos los rescatadores: «por si acaso sale mal él bebe«. María Araceli, Rescatadora Juan Pablo II.




