Te conocimos a pocos metros de la entrada al abortorio. No tienes papeles y vives entregada a un trabajo de interna en una casa donde la señora, al conocer la noticia del embarazo que valientemente anunciabas, te advirtió muy claramente la opción que tenías: «deberás abortar para seguir trabajando aquí». Con las dos niñitas pequeñas que dejaste en tu país y que dependen de tu salario, ni siquiera puedo llegar a atisbar la inmensa congoja que debió soportar tu corazón. Tomar decisiones así no es nada fácil. Nuestro espíritu se oscurece y pareciera que los días que pasan no tienen ningún tipo de compasión con nosotros. Pero tú eres mucho más que todo esto y tal vez por eso fueran escuetas nuestras palabras: «eres preciosa, no estás sola y mereces mucho más de lo que este centro te va a proponer». Así fue como, a la salida del centro, nos acompañabas a Madrina con la ilusión renovada de las personas que han encontrado un espacio abierto y libre donde caminar. La nueva decisión fue una gran alegría para todos, pero los caminos a veces se truncan y nos vencen las cosas que nunca deberían interponerse en nuestra felicidad. De esta forma y con una enorme tristeza, recibimos el mensaje en el que nos comunicabas tu reciente aborto. Esas palabras todavía resuenan en mi cabeza: «Me duele en el alma lo que hice. Yo estoy fatal, cierro mis ojos y lo primero que veo es la cara del doctor y esa carnicería». Querida amiga, hoy escribo porque te quiero dar las gracias. Nos has dejado conocerte, nos has escuchado. Abriste tu alma y sé que has valorado las alternativas que humildemente te hemos podido ofrecer. Por todo ello quiero volverte a repetir que no estás sola. No, no estás sola, hoy vamos a cerrar los ojos contigo e imaginaremos juntos ese mundo que mereces. No es un mundo perfecto, pero es un lugar donde también existe el perdón y la misericordia. Hoy vamos a cerrar los ojos contigo para que no te sientas alejada de la esperanza. Una esperanza que se no acaba en una triste decisión que ya no tiene vuelta atrás. Hoy vamos a cerrar los ojos contigo para que el dolor tenga una mano amiga que ayude a sostener tu corazón herido. Un corazón que merece levantar de nuevo sus alas. Hoy vamos a cerrar los ojos contigo…
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Y por qué no le dais directamente una hoja con todas las ayudas a las que puede acceder, si es que no están todas incluidas en las hojas de información pre-IVE? No es más fácil, práctico? Es que esto de llevarse una alegría y a los pocos días un disgusto es una mala historia. Si se repite mucho, aún peor. A ver quién aguanta eso mucho tiempo sin que le afecte, con la templanza intacta.