No me puedo olvidar del último día en rescates

imagesNecesito escribir sobre mi último día en rescates. Me quita el sueño pensar en ese bebé. Es primera hora de la mañana de un viernes. Van llegando los rescatadores, dos de ellos nuevos en rescates. Es su primera vez, para mí, es otro día del que espero que alguna chica salga con una nueva esperanza. Después de unos minutos, vemos una pareja que baja por nuestra calle, hablamos, en pocos segundos me veo inmersa en la historia de su vida, de sus problemas, y de todas las razones con las que intentan justificar lo que piensan hacer dentro de unos minutos, pues tienen ahora mismo cita para abortar.  Al principio, ella ni siquiera nos quiere coger el folleto, pero por alguna razón, no termina de irse, y acaba escuchándonos. Le empezamos a explicar que su hijo merece la pena, que ella puede luchar por él, y que desde ese momento, nunca más va a estar sola, que vamos a estar ahí para ayudarla. Finalmente, nos acepta el folleto, pero no está convencida. Su pareja le repite una y otra vez que se lo piense, que él va a tener que volver a su país y no sabe cuándo volverá; probablemente no pueda volver. Ella me mira a mí, y luego le mira a él. Finalmente, la chica accede a hablar con Marta por teléfono. Yo sigo hablando con la pareja. A medida que avanza nuestra conversación, me voy dando cuenta de la realidad. Mientras hablamos, las expresiones de él cambian, y ya no “va a poder volver”, sino que tiene ninguna intención de hacerlo. No se “tiene” que ir a su país, sino que ha pedido reportación voluntaria. En una palabra, la está abandonando. Un hijo aquí sólo sería una molestia, y no está dispuesto a ello. Detrás de todas las frases amables como “eres tú la que decides”, siempre aparece luego el “pero recuerda que yo no voy a estar aquí”. Eso es lo que le dice cuando ella deja el teléfono, y dice que quiere tenerlo.  Quiere, pero le da miedo estar sola, y las palabras de su pareja no dejan de sonar ni un segundo. Finalmente, y a pesar de todo, ella levanta la cabeza y, convencida, dice que sigue adelante con su embarazo. Y, por primera vez, la veo sonreír. Ella me pide que me ponga al teléfono con su madre para explicarle la decisión de su hija y la ayuda que le vamos a dar, porque ella no sabe cómo explicárselo. Su madre me promete que la va a apoyar, y me dice que si ella quiere tenerlo, que se de media vuelta y vuelva a casa. Y eso hace.

En cuanto nos despedimos, voy corriendo al bar de enfrente; donde otro rescatador lleva una hora hablando con una chica, y al ser su primera vez, voy a ayudarles. Su situación es incluso peor que la anterior, pero ni eso es suficiente razón para matar a su hijo. El rescatador ya ha dicho todo lo que se le podía decir, y ella sigue sin querer siquiera hablar con Marta, porque le da vergüenza. Ni eso es capaz de hacer por su hijo. Una llamada. Salimos fuera del bar, ella quiere irse; se va a abortar.

…Y en ese momento, pasa algo que me marca para siempre. Veo en la acera de enfrente a la pareja con la que estuvimos hablando al principio. Vuelven para abortar; han cambiado de idea. Nunca sabré si fue cosa suya, que lo decidió en el último momento, o si al final las palabras del marido, tan amables como amenazadoras, lograron su cometido.  Todo ha ocurrido mientras iban al metro.

Nunca me había pasado algo así, pero hasta esto es la Voluntad de Dios, y estamos convencidos de que, al igual que nosotros jamás olvidaremos este día, ellos tampoco lo harán, y puede que, aunque no fueron capaces de salvar las vidas de sus hijos, no sea demasiado tarde para salvar las suyas. Rocio Lacasa, estudiante de ingeniería, Rescatadora Juan Pablo II

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Una respuesta a No me puedo olvidar del último día en rescates

  1. jesuspeidro dijo:

    Vuestra labor como rescatadores tiene momentos de mucho dolor y frustración aunque una vida salvada recompense todas los sinsabores. Rezo cada día por vosotros, mi oración está en vuestra labor y espero que sintáis Su apoyo. Como persona de la calle admiro la labor que hacéis; sois testimonio para muchos. Qué Dios os bendiga, qué mantengáis siempre alto vuestro ánimo.

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