Acabo de llegar a Santo Domingo. Solo unos meses por trabajo. Pero esta vez es distinto. Sabía que me iban a dar trabajo de Rescatadora. Al día siguiente de llegar me encuentro con el teléfono de Madeleine en el WhatsApp. Mi ángel Marta me manda trabajo, en mi cabeza ya está ese bebé que depende ahora de como sepa convencer a esa mujer de que no le aborte. Todo lo demás queda en segundo lugar.
Consigo hablar con ella, está angustiada, bloqueada, los primeros meses de embarazo pueden producir esa sensación. De eso abusan los abortorios. Yo me pregunto: ¿qué hago yo aquí con esta chica si no conozco a nadie ni tengo medio alguno. Me pongo en contacto con todas más monjas de Santo Domingo, que ofrecen sus oraciones, hasta que doy con las Hermanas de la Caridad que me aportan alguna solución. Madeleine esta asustada. Esta recién casada, universitaria, cree que el bebé le impediría seguir estudiando. No se atreve a contar a sus padres. Pero la animo a ser valiente, su hijo lo vale. Al fin llega el momento que todo rescatador empieza a respirar, me dice «¡¡¡¡QUIERO SEGUIR ADELANTE!!!!».
Otro bebé, su vida es preciosa. Me siento muy feliz. ¡Gracias Madeleine!. Ana de Elias, Rescatadora Juan Pablo II, ahora en Santo Domingo.