Cuando El Bien Triunfa

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¿Como empecé a trabajar ahí? Simplemente entré en la clínica, trabajé un par de horas y salí con un cheque de pago de varios miles de dólares. Así comienza la historia de un médico de la industria del aborto que ha dejado recientemente su trabajo. Cuenta Abby Johnson, ex-Ceo de la ya cerrado abortorio más grande de EEUU en Bryan, TX. El médico explica que, incluso después de que se convenció de que estaba ayudando a las mujeres, «no podía entender por qué me avergonzaba de mi trabajo.» Un amigo, un domingo me invitó a comer. Criticó mi trabajo, y yo estaba admirando su coraje.

Un día trabajando en el abortorio, mi vida cambió. Estaba realizando un procedimiento de D & E. Empezamos a extraer el feto y la mayor parte del cuerpo salía intacto. Empecé a tirar del torso y el resto del cuerpo salió a la vez,  brazos, cabeza y torso. Todo su cuerpecito. Se estaba moviendo el cuerpo en la bandeja de eliminación y un ligero movimiento atrajo mi atención. Miré a este pequeño y le vi moverse de arriba y abajo. La vida era fuera del vientre de esa mujer, aunque sólo sea por unos segundos. Y allí estaba yo. Estaba sosteniendo este diminuto cuerpo. Un abrumador remordimiento inundó mi cuerpo. Le había cortado las piernas a este niño mientras estaba todavía vivo. Lo hice yo. Y ella lo sintió. Yo era la última persona que le vio con vida, sin embargo, yo era la persona que terminaba con ella. En ese momento, yo estaba agradecido de que la bebé no tenía la capacidad de abrir los ojos. No quería que mi cara fuera la primera persona que hubiera visto en su vida. Ahora tengo la esperanza de que la primera cara que vio fue el rostro de Jesús.

Me excusaba pensando que quería comprar a mi familia «cosas», pero me di cuenta de que ninguna «cosa» compensaba la vergüenza que les estaba causando. Después de esta conversación (y pensándolo mucho), el doctor decidió que dejaría su trabajo como abortista. Y escribió a Abby Johnson contándoselo. LifeSiteNews

Hace algunos años, en España, una mujer dejo de trabajar en un abortorio después de muchos meses hablando con ella. También describió el horror de trabajar con seres humanos, donde su muerte se hace impunemente porque es legal. Nos gustaría volver a contactar con ella. Si pudiera leer estas líneas también podría sumarse a estas declaraciones. Marta Velarde, Rescatadores Juan Pablo II

 

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