¡Hola! Me llamo Inés y hoy, sábado 20 de agosto 2016, ha sido mi tercer día de “rescatadora” en el abortorio El Bosque (Madrid). Me gustaría que la sociedad que mira para otro lado en el aborto viera lo que ya he vuelto a ver: una familia, padre y madre (con un chico), que llevaban a su hija -una niña de unos 17 años- a abortar. De clase media alta: madre, de unos 45 años, bien vestida, padre, un señor también bien vestido, con un coche de alta gama, etc. Les ofrecemos un folleto de ayudas a madres embarazadas. La chica de 17 años nos ha dicho que sí, y al preguntarle si estaba embarazada, también ha contestado que sí. Al decirle que éramos de una asociación que podíamos ayudarle a tener a su hijo, la madre ha reaccionado con violencia y dureza. Con violencia como dueña de su “manada”, a la cual tiene controlada y bien “atada”. Tras este encuentro, dos ideas venían a mi cabeza: por un lado, pensaba ¿esta familia -la cual parece no tener problemas económicos- no podría sacar adelante a este bebé que Dios les regala?
Por otro, pensaba en la “madre-leona-violenta” cabeza de familia, ¿qué familia? mujer dura capaz de todo -incluso de matar a su nieto inesperado y no programado- para lograrlo.
Es lo que más me ha llamado la atención: la “frialdad” y “dureza” de esta mujer, y el ser “capaz de todo” con tal de evitar un cambio de planes. Su hija entra con pena en el abortorio. Inés V., aprendiendo a hacer rescates con los Rescatadores Juan Pablo II.