
Resulta que una de las madres que había decidido matar a su hijo había dejado al perro encerrado en el coche… Las dos vecinas no se lo pensaron dos veces y llamaron al abortorio. Salen algunas «enfermeras» del abortorio y junto con algunas vecinas agobiadas por el pobre perrito que estaba dentro del coche. Los rescatadores mirábamos unos metros justo detrás de ellos, sabíamos que el hijo de la dueña del perrito estaba matando a su propio hijo… y dentro del abortorio morían decenas de bebés más. Pero esos bebés no son importantes para ellos…pero SI para nosotros. Javier Palacios, rescatador Juan Pablo II.