Estamos cansados, hemos estado haciendo rescates todo el día desde las 9 de la mañana hasta las 21 h. Acabamos de terminar exámenes. A primera hora en el abortorio Isadora, ha sido muy duro. Las mujeres con las que hablamos, hablaban de su hijo como si se quitaran un grano, muy frívolas, jactándose de su hijo con frases como: «mi hijo quiere venir a este mundo pero yo no quiero» «¡Que monos sois hablándonos de eso…!» Pero de todo esto, hubo algo positivo y es que conocí a Hélida cuyo testimonio es digno de ser contado. Valiente mujer, trabajadora, salió adelante a sus hijos sola, en un país que no es el suyo. Totalmente PROVIDA, una mujer positiva, y con mucha esperanza en la vida. Un honor conocerla.
En el recorrido por los distintos abortorios llegó Dator. Vimos a más de 20 chicas entrar y salir en 2 horas, dimos un montón de folletos. Alguno ya han llamado a la asociación MásFuturo. Hubo muchas chicas que salían de abortar, algo que me llamó mucho la atención es que cuando las decías «lo siento, siento que hayas decidido que tú bebé no viva», nos escuchaban, y… se les cambiaba la cara. Una de las trabajadoras sociales del abortorio entró en discusión con nosotros, vergonzoso que la ayuda proporcionada fuese matar al bebé de las mujeres que entraban en el abortorio en vez de proporcionar ayudas económicas y sociales, «están fatal cuando vienen decía» ¡Y peor cuando salen señora! le decíamos nosotros. Por la tarde-noche comprobaríamos el argumento… A las 18:00 vimos a las últimas que salían del abortorio, una de ellas era una mujer rumana de unos 30 años que se quedó vomitando en la esquina de la calle, estuvimos con ella y cuando estuvo mejor cogió un taxi y se fue, no vomitaba por la operación, vomitaba porque acababan de triturar a su hijo, no terminó allí la experiencia, pues nos quedaba por ver una auténtica consecuencia de la aberración del aborto, oímos sirenas y de repente apareció una ambulancia, lo que sucedió a continuación fue muy extraño, se bajaron dos asistentes del samur, pensé para mis adentros que llegaban tarde pues la rumana ya se había ido pero lo que sucedió fue que salieron a los 30 segundos con una mujer en silla de ruedas, me dio la impresión de ser muy joven y tenía la cara arrugada, pálida y demacrada de tanto llorar, tenía también una pierna vendada hasta la cintura y la subieron rápidamente a la ambulancia. (Fotos arriba). ¿Qué habrá sido de ella? Nadie lo sabe, y desde luego, a la trabajadora social seguro que no le importa. Jose Antonio Perez-Herrero y Luis, Francisco, Laura, Alberto, Emilio, Miguel, etc….Rescatadores Juan Pablo II.