Salia del abortorio Dator con un chico como si nada. Al ofrecerles un folleto de ayuda no pensamos que salia de abortar. «Ya no lo necesito» «Por fin me lo he quitado» «No me interesa estar embarazada, no lo estoy» pero no se iba de nuestro lado, seguía hablando con nosotros. Mis padres quieren que nos lo quitemos, y que disfrutemos la vida, «me da igual que sea mi hijo, como si tiene un mes o un año, ¡No lo quiero!».
Con una frialdad que nos dejó mirándola, comenta: como el bebe era “suyo” puede decidir si vive o muere, que ella hacia lo que le daba la gana. El padre del bebé abortado asentía en todo. Nos comentó que él no era responsable, que ella hiciera lo que quisiera. Que prefería divertirse, que «eso» no lo iba a impedir.
Me he puesto ha pensar, porque la chica seguía ahí, explicándonos sus razones una y otra vez, incluso cuando le hemos comentado que puede irse en cualquier momento, que no tenemos que seguir con la conversación, y me di cuenta que no era a nosotras a quien quiso convencer de que lo que ha hecho estaba bien… sino a sí misma, a su propia conciencia.
Tanto Marta como yo acabamos de salir del trabajo, no hemos comido todavía, este bebé muerto nos ha dejado un hueco enorme. Marta la ha llamado María Goretti. Ellos no lo querrán, pero nosotros si. Halina y Marta, Rescatadores Juan Pablo II.
Escuela de Rescatadores 
Yo no entiendo para qué os dan coba si no les interesa lo que les ofreceis. No, gracias, adiós, y sobra.
Creo que las mujeres que os hacen caso tienen que tener vidas muy miserables.
O son prostitutas, maltratadas o abusadas sexualmente que, con tal de salir de ese infierno, estén dispuestas a tener un crío en una casa de acogida y, luego, hasta entregarlo en adopción. Y las cuatro perdidas de turno sin que están ya reventadas y a lo único que aspiran con veinte es a tener un niño a ver si la quiere porque no la ha querido nadie jamás. Ayer conocí a una de estas pobrecitas en el metro. Joven, embarazada y con otros dos críos pequeños. Me pidió que le comprara una botella de agua porque no tenía dinero y había tenido que mendigar el billete de metro para poder ir a un control de la gestación. Me dieron ganas de darle dinero, pero no quería ofenderla. Es triste, muy triste.
Cree el ladrón que son todos de su condición.
Menos mal que los que estamos a favor de que viva el NO-Nacido conocemos la felicidad de las madres que No han abortado a sus hijos. Y también conocemos la amargadas que decidieron que su hijo no viviera.
¡Huy, sí, la embarazada del metro me daba una envidia que no veas!. ¡Qué lástima no tener una caterva de críos que te estresen el día y a los que no poder mantener!. Ha sido siempre el sueño de mi vida. ¡Jajajajaja!.