Cuando Donald Trump designó a Brett Kavanaugh como juez del Tribunal Supremo, los medios sistémicos, la industria del aborto y el Partido Demócrata se lanzaron en tromba contra él. Por primera vez en cincuenta años iba a existir en el tribunal una mayoría potencialmente partidaria de revertir la sentencia Roe vs Wade que en 1973 declaró constitucional el aborto en Estados Unidos. En plena fiebre de #MeToo, empezaron a aparecer contra el juez denuncias de acoso sexual e incluso de intento de violación. Algunas quedaron demostradas como falsas enseguida, pero una, la de Christine Ford, consiguió convertirse en protagonista de las preceptivas sesiones de confirmación de Kavanaugh en el Senado. Ford le acusaba de haberla intentado violar en una fiesta de 1982 sobre la que no pudo precisar ni la fecha exacta, ni cuándo llegó ni cómo se fue. Citó a cuatro personas presentes en la fiesta y ninguna de ellas (incluida una vieja amiga suya) recordaba haber estado allí. Rachel Mitchell, fiscal especializada en abusos sexuales, comisionada por los republicanos para interrogarla, puso de manifiesto agujeros y contradicciones en su testimonio. Y hasta 84 mujeres que habían trabajado con Kavanaugh firmaron un documento respaldando el impecable comportamiento con ellas del juez, católico, casado y padre de dos hijas.
La campaña, tan intensa como pocas veces se ha visto, no logró su objetivo gracias a la fortaleza del juez y el nulo temor de Trump a las campañas de denigración de los medios sistémicos. Kavanaugh fue confirmado y es posible que en los próximos meses llegue al Tribunal Supremo algún recurso contra las leyes provida que estados bajo control republicano están promoviendo en los últimos años y pueda cuestionarse entonces Roe vs Wade. Lo cuenta Ryan Lovelace en un libro que empezó a distribuirse este martes: Search and destroy. Inside the campaign against Brett Kavanaugh [Investigar y destruir. En el interior de la campaña contra Brett Kavanaugh]. Lovelace es periodista del National Law Journal y desvela en esas páginas que Ford y Katz buscaron con su declaración ante el Senado no solo impedir el nombramiento si Kavanaugh y Trump cedían al chantaje, sino, en caso contrario, dejar su nombre ensuciado y señalado en caso de una eventual revisión de la legalización del aborto. que el testimonio de Christine Ford se hizo pensando precisamente en ese momento. Esta semana se ha sabido que el testimonio de Christine Ford se hizo pensando precisamente en ese momento. Y quien lo ha confesado ha sido nada menos que su abogada, Debra Katz. Aciprensa