Desde que se abrió el centro abortista Dator, el muro que se encuentra enfrente de ésta, ha servido como “sala de espera” para todas aquellas personas que acompañan a su pareja, su amiga, su hija… para abortar. No quiero ni imaginar la de pensamientos que se habrán formado mientras dura esta espera pero lo que puedo decir, como rescatador, es que no es una espera tranquila. Las personas que están sentadas en este muro están inquietas, pensativas.
Pero hoy quería hablar sobre un caso distinto, el caso de Juan, un hombre con el que tuve la oportunidad de charlar. La historia es la siguiente: Nos encontrábamos tres rescatadores en las cercanías del abortorio un miércoles por la tarde, cuando salieron dos chicas del centro. Me dirigí hacia ellas y empezamos a hablar. Empezaron a sentir curiosidad por las ayudas que ofrecemos por lo que se detuvieron, justo delante del muro. Mientras duraba nuestra conversación, no nos paramos en que había una tercera persona escuchando, un hombre que estaba sentado en el famoso muro de la espera. Tras la conversación con estas dos chicas, que me he enterado que la que está embarazada no va a abortar, el chico me preguntó por la labor que estábamos realizando, por lo que me senté a su lado y le empecé a contar (en ese momento pensé que su pareja estaba dentro de la Dator y él la estaba esperando). Le veía muy atento y no paraba de hacerme preguntas y de elogiar la tarea de los rescatadores. Estuvimos un rato hablando y empezó a abrirse. Me contó que él no estaba allí esperando a nadie, sino que esa espera ya la había realizado hace unos meses. Su ex-novia abortó en esa misma clínica. Se sinceró y me dijo que tanto ella (con la que sigue en contacto) como él, lo estaban pasando muy mal. Además, Juan, desde el trágico día en el que su ex-novia abortó, empezó a tener una conducta inusual que consistía en acercarse de vez en cuando a la Dator. Ni siquiera él entendía porque lo hacía, simplemente iba hasta la allí, se sentaba en el muro y empezaba a lamentarse, a cabrearse, a sufrir. Me preguntó si en nuestra fundación teníamos psicólogos porque hasta él sabía que ese comportamiento no era normal.
El otro día vi en un foro de debate, en el que se preguntaba si el aborto afecta al hombre, que la respuesta más votada era “El hombre queda liberado“. No creo que Juan piense lo mismo. Juan está sufriendo lo que se conoce como síndrome post-aborto, que afecta tanto a las mujeres como a los hombres. Estamos atentos a él y esperemos que pueda salir de esta situación. Alvaro Roa, universitario. RescatadorJPII. (Volvemos a reproducir un testimonio de un rescatador ahora sacerdote)