El negocio detrás del aborto que el Gobierno quiere ocultar

(ilustracionLu Tolstova)

El aborto constituye un actividad multimillonario. Prueba de ello es que en la mayoría de los hospitales públicos los ginecólogos son objetores de conciencia. Un ginecólogo sabe «mejor que nadie» la vida humana intrauterina que lleva la mujer y su desarrollo embrionario, porque es el médico quien se encarga de cuidar esa vida, explica Álvaro Ortega, presidente de la Fundación +Vida. Alrededor del aterrador mundo del aborto, hay desarrollado una gran industria privada. De hecho, la sanidad pública en muchos casos «tiene que remitir a la privada para llevar a cabo los abortos». Al negocio del aborto de las clínicas quirúrgicas hay que sumarle otro tipo de aborto y de monetización que se constituyen dentro de lo que es la cultura de la muerte y es la fecundación in vitro. La fecundación in vitro es «la creación artificial de vida humana», donde también se producen abortos. Ellos lo denominan como «el descarte de embriones»: se rechazan embriones dentro de lo que es una regulación in vitro, pero realmente «lo que se están produciendo son abortos». Esta práctica supone una vía más de negocio dentro del aborto. Es decir, «de la industria de la cultura de la muerte». Si se suma el negocio del aborto y de la fecundación in vitro, el negocio de la «cultura de la muerte» se sitúa en el cuarto puesto de los mayores negocios del mundo. Por detrás del tráfico de armas, de las drogas y de la prostitución.No existen solo estos dos negocios. A esto hay que sumarle las ideas de Irene Montero. Dentro de esta industria existe también el de la farmacología, es decir, las píldoras postcoitales abortivas. La ley de Montero, financia públicamente tanto los anticonceptivos hormonales como la píldora del día después. La fecundación in vitro es «la creación artificial de vida humana», donde también se producen abortos. Ellos lo denominan como «el descarte de embriones»: se rechazan embriones dentro de lo que es una regulación in vitro, pero realmente «lo que se están produciendo son abortos». Esta práctica supone una vía más de negocio dentro del aborto. Es decir, «de la industria de la cultura de la muerte». Si se suma el negocio del aborto y de la fecundación in vitro, el negocio de la «cultura de la muerte» se sitúa en el cuarto puesto de los mayores negocios del mundo. Por detrás del tráfico de armas, de las drogas y de la prostitución. No existen solo estos dos negocios. A esto hay que sumarle las ideas de Irene Montero. Dentro de esta industria existe también el de la farmacología, es decir, las píldoras postcoitales abortivas. La ley de Montero, financia públicamente tanto los anticonceptivos hormonales como la píldora del día después.

El Ministerio de Montero sabe muy bien lo que hace. Mientras que un parto natural en el hospital cuesta entre 150 y 200 euros, los abortos suponen una gran cuantía económica. Por tanto, aquellos cuya actividad es lucrativa, indudablemente se decantan por el aborto y por «fomentar cada vez más este negocio».

Siguiendo en la misma línea si nos referimos al coste de la fecundación in vitro, por ciclo en total la mujer se gasta 10.000 euros si sumas lo que es la hiperestimulación ovárica, la punción ovárica, la transferencia embrionaria o la medicación que tiene que tomar la mujer.

  • Aborto de hasta 12 semanas con anestesia local: 345 €
  • Aborto de hasta 12 semanas con anestesia general: 440 €
  • Aborto con intervención de 13 a 14 semanas: 475 €
  • Aborto con intervención de 15 a 16 semanas: 595 €
  • Aborto con intervención de hasta 17 semanas: 625 €
  • Aborto con intervención de hasta 18 semanas: 840 €
  • Aborto con intervención de hasta 19 semanas: 990 €
  • Aborto con intervención de hasta 20 semanas: 1.470 €
  • Aborto con intervención de 21 a 22 semanas: 1.655 €

El Debate.

Los rescatadores sabemos muy bien que estos precios solo son para abortos que paga la seguridad social. Ya que aproximadamente más de un 25% de los abortos no pasan por la seguridad social y se pagan directamente al abortorio.

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